Exposición

Archivo Cabanyal. A la memoria del lugar

De 18 Mayo, 2024 hasta 6 Octubre, 2024

eiximenis, imatge de Patricia Gómez i María Jesús González

Imatge de Patricia Gómez i María Jesús González
Patricia Gómez i María Jesús González

barrio15. Imatge de Patricia Gómez i María Jesús González

Imatge de Patricia Gómez i María Jesús González
Imatge de Patricia Gómez i María Jesús González

El barrio de El Cabanyal es un conjunto de casas de pescadores situado a unos tres kilómetros al este del casco antiguo de Valencia. Conocido como el Poble Nou del Mar hasta su anexión a la ciudad en 1897, como antiguo pueblo marinero se caracteriza por conservar el sistema urbano reticular propio de la parcelación y las enajenaciones paralelas al mar de las antiguas barracas de pescadores, las cabanyes que le dieron nombre. En sustitución de las antiguas construcciones, las casas bajas que fueron construyéndose eran de un estilo ecléctico fruto de una reinterpretación popular de los distintos estilos del momento, como el modernismo, el historicismo y el racionalismo. 
En 1993, El Cabanyal fue declarado Bien de Interés Cultural por la Generalitat Valenciana, en reconocimiento a su valor arquitectónico e histórico, pero también social, dado que la singularidad de aquellas casas favoreció una cultura propia, con una vida muy conectada a la calle y un fuerte sentimiento de identidad. Según la ley patrimonial, ello implicaba crear un plan especial de protección que garantizase su conservación, pero en 1998, tan solo cinco años después, el Ayuntamiento de Valencia, en aquel entonces gobernado por el Partido Popular, anunció un plan de remodelación urbanística para crear un bulevar, ampliando la avenida de Blasco Ibáñez unos 800 metros para hacer que llegara hasta el mar. Esta actuación tan agresiva, que afectaba a una de las zonas más antiguas y partía el barrio en dos, implicaba el derribo de más de 1600 viviendas. Las reacciones contestatarias no se hicieron esperar. La gente del barrio creó la plataforma ciudadana Salvem el Cabanyal, y una fuerte oposición pública, encabezada por profesionales de la cultura y técnicos especialistas en materia urbana, denunció no solo la destrucción del patrimonio arquitectónico y el desgarramiento de la trama urbana, sino también las nefastas consecuencias para las condiciones de vida de sus habitantes y su cohesión social. 
Así fue. A partir de 1998, el barrio se sumió en un estado de progresiva degradación que lo fracturó desde un punto de vista físico y social. El vecindario se dividió entre los que creían que era una amenaza para la integridad y la identidad del barrio, y los que querían vender y acabar con la creciente segregación y delincuencia, un deterioro favorecido por el propio plan urbanístico, el cual, en el mejor de los casos, dejaba solares vacíos; y, en el peor, casas abandonadas durante muchos años que terminaban okupadas, tapiadas o en ruinas. Pese a las acciones judiciales emprendidas por Salvem el Cabanyal, en 2005 el Ayuntamiento y la Generalitat valencianas crearon la sociedad Cabanyal 2010 para gestionar la compra y demolición de las viviendas. 
En el momento álgido del conflicto, en 2005, la plataforma Salvem el Cabanyal invitó a Patricia Gómez y María Jesús González. Entre la intervención artística y la conservación del patrimonio, la práctica de estas artistas valencianas consiste, desde hace veintidós años, en rescatar espacios inmersos en procesos de desaparición o abandono. Algo que llevan a cabo mediante un singular sistema de archivo físico y documental que se basa, por un lado, en la investigación del contexto, el análisis de los espacios y su registro fotográfico y audiovisual; y, por otro, en la intervención directa sobre grandes superficies murales que son trasladadas a un soporte de tela, utilizando lo que ellas denominan «estampación por arranque» y que surge de combinar el principio de transferencia propio de la estampación en grabado y el strappo de la restauración mural.

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